Llegó la fiesta de Pentecostés y es momento de darle un nuevo aire a esta carrera que emprendimos en el periodo de cuaresma.

Recordemos que hace ya tres meses decidimos tomar la cuaresma como un momento de reflexión para asumir el reto de cambiar algún aspecto particular en nuestra vida y acompañar este proceso con nuestros alumnos. Tomamos como referencia la vida del atleta. Hicimos un diagnóstico, definimos el tipo de reto al que nos sumaríamos, establecimos un entrenamiento, conocimos las etapas del recorrido e hicimos el proceso de llegar a la meta durante la Semana Santa, teniendo claro que apenas era el comienzo.

La venida del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los apóstoles nos recuerda justamente que apenas inicia el camino, pero esta vez, contamos con la fuerza del Espíritu, con el amor del Padre y del Hijo que hace morada en nosotros.

A este auxilio divino, que proporciona la tercera persona de la Trinidad, muchas veces no le prestamos la debida atención y no somos conscientes de la riqueza que encierra. Si bien es cierto que el Espíritu Santo es un misterio en sí, a través de su acción nos podemos acercar a Él. Revisemos entonces cómo podemos fortalecer nuestra relación con el Espíritu Santo y de esta forma mantenernos firmes en nuestro propósito de llevar nuestra vida a la santidad. 

Comparte con tus estudiantes estos puntos, cultiva en ellos el amor al Espíritu Santo y acompáñalos para que se mantengan firmes en el camino que se han propuesto, a pesar de las dificultades y tropiezos. ¡Nadie dijo que sería fácil, pero vale la pena!